Estudiar en el extranjero - en tiempos de Covid

¿Quieres enviar a un hijo al exterior ahora en tiempos de Covid? Puede que te interese conocer mi experiencia…

Un año escolar diferente, en “tiempos de Covid”.

La famosa “foto de familia” ya no es lo mismo que antes de la pandemia, pero las experiencias de mis hijas este año han sido estupendas.

Este año mis cuatro hijas se encontraban estudiando fuera, cuando llegó el Coronavirus como un tsunami, alcanzando la zona de cada una: Seúl, Seattle, Montreal y las afueras de Quebec. Como siempre, mis niñas se repartieron entre diferentes etapas educativas.

  • La mayor está todavía terminando un Masters en EEUU.

  • La segunda acaba de hacer 4º de Arquitectura en Corea del Sur.

  • Las dos pequeñas han hecho 4ºESO y 1º Bachillerato en Canadá.

¿Cómo ha sido nuestra experiencia?

Un año escolar en el extranjero puede ser una montaña rusa de emociones (nostalgia, felicidad, frustración, ilusión, confusión…), pero en estos “tiempos de Covid” aún más.

Un año escolar en el extranjero puede ser una montaña rusa de emociones (nostalgia, felicidad, frustración, ilusión, confusión…), pero en estos “tiempos de Covid” aún más.

Mis hijas han vuelto bien, sanas y salvas. Pero confieso que la experiencia ha sido una montaña rusa (a veces - no siempre): algunas noches sin dormir (pensando, intentando calmarme a mí misma en medio de la incertidumbre, nada más), una pizca de ansiedad de vez en cuando, preguntándome si habíamos tomado “la decisión correcta” (como si existiera) y cosas así. 

Pero, ha valido la pena. Todas han sacado su curso. Todas han aprendido lecciones importantes para la vida. Todas han crecido personalmente y han madurado muchísimo. Y confieso que yo también he evolucionado (un poquito).

A continuación haré un resumen breve de nuestra historia primero. Y después, analizar la experiencia desde diferentes puntos de vista. Te invito a acompañarme y después dejar tus comentarios y preguntas al final.

Lo que pasó…

El plan desde hace tiempo era enviar a las dos pequeñas para hacer sus años escolares a la misma vez - y así solo separarlas durante un año, en vez de dos. Confieso que no tenía muy en cuenta el Masters de la mayor o el programa de intercambio que ofrece la Universidad Politécnica de Madrid. Así que, para mi sorpresa, todo coincidió y de repente tenía a mis cuatro hijas repartidas por el mundo.

Hasta febrero, vivimos un sueño: buenas noticias, hijas felices, vida tranquila…

Entonces, se nos vino encima la gran ola de la pandemia y nuestras hijas comenzaron a llamarnos, una tras otra. Desde Seúl, el cierre de programas y el éxodo de estudiantes internacionales. Desde Canadá, el orden de repatriar a nuestras hijas con el cierre de su programa también. Desde Seattle, el masters online.

Comenzó nuestra odisea en tiempos de Covid.

Las Decisiones…

El Gobierno de Corea del Sur la hecho una gestión impecable de los casos de Coronavirus que han surgido allí. Ha resultado ser un destino estupendo para estudiantes internacionales en tiempos de Covid…

El Gobierno de Corea del Sur la hecho una gestión impecable de los casos de Coronavirus que han surgido allí. Ha resultado ser un destino estupendo para estudiantes internacionales en tiempos de Covid…

La primera llamada vino de Seúl. La OMS había declarado la pandemia y nuestra arquitecta se encontraba sola en una situación caótica: programas que cerraban sus puertas, estudiantes que buscaban billetes para volver a casa, nervios, ansiedad, dilemas por todas partes… 

¿Qué debería hacer nuestra hija? ¿Volver a España como tantos compañeros? ¿Quedarse en Corea para probar su suerte? A ella, le preocupaba quedarse allí, lejos, totalmente sola, en una habitación, estudiando a distancia - sin amigos, sin actividades, quizás sin salir. ¿Para qué quedarse en esas condiciones? 

El segundo dilema ocurrió en Montreal y Quebec a la vez. Abrimos el Skype para ver las caras tristes de nuestras hijas y también los ojos consternados de sus padres y hermanas canadienses. Habían recibido un comunicado de la organización: repatriación inminente para todos los estudiantes - incluyendo nuestras hijas. 

¿Deberíamos cumplir el orden del programa? ¿Sería posible que las dos niñas se quedaran allí con sus dos familias maravillosas - pero, sin programa? 

Tendríamos que darles de baja del programa y buscarles un seguro que garantizara la cobertura del Coronavirus. ¿Sería posible? Pero incluso más importante todavía: ¿sería una decisión sensata? 

Al final decidimos apostar a que cada hija terminara su curso en su sitio, si fuera posible.

La seguridad (y la salud)… 

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- ¿Covid-qué? 

A principios de marzo el Coronavirus era todavía una nube en el horizonte. Era una noticia, un titular, un problema en China, ahora en Lombardía con algún caso suelto en España también... Pero ¿qué era realmente? Las noticias comenzaban a asustarme, la verdad. Pero, a la hora de pensar en mis hijas, me tranquilizaba leer que no parecía ser un riesgo para niños y jóvenes sanos.

Entones, en cuanto a riesgos para la seguridad y la salud de mis hijas, como estudiantes en el extranjero, esto es lo que yo veía:

  • Los mismos riesgos de siempre. (La vida no da garantías - y punto.)

  • Quizás una ligera reducción de riesgos. (No iban a ningún sitio).

  • Quizás el riesgo remoto de sufrir algún problema (enfermedad, accidente etc.) y encontrarse con un sistema de salud desbordado por el Coronavirus.

Confieso que, como madre, estoy siempre preocupada por la seguridad y la salud de mis hijas. Así que seguía preocupada por este tema más o menos como siempre.

Las distancias… 

Es normal que las distancias multiplican nuestras emociones en momentos complicados o de incertidumbre. Podemos sentir más nostalgia, tristeza, preocupación o ansiedad. Hay que gestionar esas emociones, pero también sincerarnos con la realidad: ¿de …

Es normal que las distancias multiplican nuestras emociones en momentos complicados o de incertidumbre. Podemos sentir más nostalgia, tristeza, preocupación o ansiedad. Hay que gestionar esas emociones, pero también sincerarnos con la realidad: ¿de verdad existe un problema real?

Quizás lo que mas me preocupaba era las distancias. ¿Y si pasara algo y no era posible ni traerles de vuelta a casa, o llegar a ellas? España estaba trayendo a sus ciudadanos. Hasta Amancio Ortega traía de vuelta a sus estudiantes internacionales. Y entonces, las fronteras comenzaban a cerrar.

Pero, llevo 10 años enviando chicos de España a EEUU y sé que poquísimas veces un estudiante tiene que volver precipitadamente por motivos que no sean la expulsión del programa. Y es menos probable aún que los padres tengan que ir allí.

Así que me aferré a los hechos para calmar mi imaginación.

La convivencia 

Sí, me ha preocupado bastante la convivencia de mis dos hijas pequeñas con familias voluntarias - por muy maravillosas que fueran.

La convivencia puede ser el factor más complejo de un año escolar en otro país. Nuestro hijo entra en el seno de una familia que no conoce y tiene que adaptarse a nuevas personas, normas, comidas, horarios - todo.

La convivencia puede ser el factor más complejo de un año escolar en otro país. Nuestro hijo entra en el seno de una familia que no conoce y tiene que adaptarse a nuevas personas, normas, comidas, horarios - todo.

Como experta en programas de año escolar en familia, sé que los problemas de convivencia son cuestión de estadística: 

  • X% de estudiantes se van a quejar de sus familias

  • X% de las familias se van a quejar de sus estudiantes.

  • X% de los hermanos tendrán celos del estudiante.

  • X% de las familias sufrirán algún problema de “fuerza mayor”.

  • X% de los chicos tendrán que cambiar de familia por algún motivo.

  • Y así al infinito...

¿Qué pasaría si hubiera cualquier problema de convivencia? Tuvimos que darles de baja del programa a nuestras dos hijas, así que no habría coordinadora local, ni oficina nacional, ni nadie más que nosotros y los padres de allí. (Por cierto: enviar a un menor al extranjero , sin una organización de confianza detrás, va en contra de mis principios. Pero esto sería motivo de otro post.)

Me alegro informar que la convivencia fue impecable antes - y durante - la pandemia. 

Los estudios 

En cuanto a estudios, la situación de mis hijas en Seattle, Seúl, Montreal y Quebec ha sido muy parecido a la situación en España. Hemos pasado por una etapa de adaptación y luego volvieron a trabajar en serio.

En cuanto a estudios, la situación de mis hijas en Seattle, Seúl, Montreal y Quebec ha sido muy parecido a la situación en España. Hemos pasado por una etapa de adaptación y luego volvieron a trabajar en serio.

Igual que en España, los universitarios en Seattle y Seúl cambiaron sus aulas por pantallas con Zoom, Teams, plataformas propios y otras soluciones creativas.

Tampoco vimos grandes diferencias en la respuesta de los colegios e institutos Canadienses y la de sus homólogos en España. Profesores tirados por el borde de una piscina virtual, buscando plataformas, metodología, conexión con sus alumnos...

Y me alegro informar que las familias canadienses fueron estupendas - una vez más (y como siempre) - buscando soluciones creativas para animar a sus hijas y las mías a seguir estudiando, de una manera u otra - hasta el final del curso.

Las actividades

Otra preocupación fue la falta de actividades y la necesidad de estar en casa sin salir durante mucho tiempo. ¿Podría ser fuente de problemas?

¿Qué veían mis hijas en Instagram? Creo que esto era la clave.

Si la España del Instagram hubiera sido más divertida durante esta crisis, creo que podríamos haber tenido problemas. Pero (desgraciadamente) no fue así, sino todo lo contrario.

Desde Seúl, mi arquitecta me mandó fotos de sus salidas diarias: paseando, corriendo, visitando templos y monumentos. Descubrió nuevas facetas de la ciudad que había perdido durante el primer semestre. “Qué suerte” fue la frase que más intercambiamos durante los momentos más duros del confinamiento en España.

Desde Canadá, también recibí buenas noticias cada semana. No iban a ninguna parte, pero vieron que sus amigos en España tampoco. “Qué suerte” también fue la frase que más repetimos - suerte de poder terminar el curso allí, de tener familias anfitrionas tan estupendas, de seguir aprendiendo sobre la cultura de Canadá, de poder seguir perfeccionando su francés.

Desde Seattle, fue un poco diferente porque la mayor compaginaba los estudios con un trabajo de jornada completa, todo desde casa (y viviendo sola). Curiosamente fue la que más echaba en falta alguna actividad fuera de casa...

La rutina 

Imagina cómo sería acostarte en tu cama para despertar el día siguiente en tu cama, -  pero en medio de la jungla. ¡Qué susto! Estarías totalmente perdido. Tendrías que comenzar de cero y buscarte la vida. ¡Y lo harías!

La pandemia me ha parecido un poco así. Aquí en España. En Seattle. En Seúl. En Montreal. En Quebec. En todas partes del mundo.

Mis hijas han seguido el mismo curso que todo el mundo (en todo el mundo): sorpresa, shock, confusión, pero poco a poco resiliencia, fortaleza, creatividad, adaptación. Cada una ha aprendido a crear una nueva rutina y volver a funcionar.

No siempre fue fácil para mí, como madre, estar tan lejos y no poder acompañarlos en este proceso. Pero puede que fuera mejor así. (Por muy difícil que sea, creo que a veces tenemos que dejar que nuestros hijos superen sus retos y obstáculos por su cuenta…)

La amistad

Si la pandemia repartiera algún premio en medio de tanta histeria y miseria, sería la amistad.

Cuando nos quedamos sin programa en Canadá, comencé a conectar más con una de las madres allí. Pronto nos encontramos tomando café (por vídeo llamada) los fines de semana, compartiendo nuestras historias y disfrutando de una amistad inesperada. Ahora estamos planificando un futuro viaje (post-pandemia) por Quebec con nuestras hijas…

Esta es solo una de las muchas amistades que han surgido de los vínculos tan especiales que suelen aparecer en situaciones extraordinarias. 

La felicidad 

Cada una de mis hijas está feliz con su experiencia, estudiando en el extranjero en tiempos de Covid. Pero esto no significa que estaban felices todos los días.

¿Habrían estado mejor aquí en España, en casa, con nosotros? Lo dudo.

Cada una ha pasado por momentos difíciles: 

  • Seattle - tuvo que adaptarse a una soledad casi absoluta, estudiando y trabajando desde su pequeño apartamento donde vivía sola.

  • Seúl - tuvo que apañarse durante un tiempo hasta encontrar amigos, abandonar la residencia, mudarse a un apartamento y encontrar un nuevo equilibrio.

  • Montreal - tuvo que superar la pérdida del “prom” (baile y cena del colegio), un viaje a Niagra, el orquestra de su hermana y madre canadiense…

  • Quebec - tuvo que aprender a conciliar el sueño en medio de tantos cambios.

Como madre, he sufrido muchísimo en los momentos “malos” de cada una de mis hijas: noches sin dormir, momentos de ansiedad, preocupación, incluso tristeza a veces... Pero no cambiaría esas experiencias por lo que han aprendido - y lo que he aprendido yo también. Y da gusto ver que ellas mismas están muy satisfechas con sus experiencias.

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Estudiar fuera en tiempos de Covid-19

La experiencia ha sido buena. No siempre ha sido fácil, pero todos estamos de acuerdo: ha merecido la pena.

A través de la pequeña pantalla de mi móvil, he visto a mis hijas crecer como personas.

  • Cada una superó sus retos.

  • Encontraron soluciones.

  • Aprendieron a aceptar lo que no era posible cambiar.

  • Todas consiguieron un nuevo equilibrio.

Y, yo diría que cada una aprendió algo importante sobre el arte de no amargarse la vida. Una asignatura siempre tan importante. Y ahora te toca a ti: ¿Qué preguntas, comentarios o experiencias puedes compartir? Me encantaría conocer tu punto de vista…

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